martes, 10 de enero de 2012

Grecia Helénica

C A P I T U L O I

El origen del mundo y el nacimiento de los dioses

Cuenta la mitología, que antes de la creación del mundo existía el Caos, el agua, la tierra y el aire, o sea, los elementos que conforman al mundo estaban revueltos. Poco a poco estos elementos se fueron separando y se formó la Tierra y el Cielo.

En esta época el mundo, estaba poblado por divinidades terribles: los titanes y los cíclopes. Los titanes eran gigantes, con una extraordinaria fuerza, y los cíclopes eran seres salvajes con un sólo ojo en medio de la frente.

Sobre el universo reinaba Cronos o el Tiempo, quien tomó por esposa a la reina Gea, sobre su felicidad pesaba una amenaza, a Cronos le habían predicho que sería destronado por uno de sus hijos y que este sería el dios soberano del mundo, fue entonces que decidió comerse a sus propios hijos. Se apoderaba de ellos, apenas nacidos y se los comía sin piedad alguna.

Un día nació el pequeño Zeus, jamás Gea había tenido un hijo tan bello, acongojada por el destino que le esperaba al pequeño decidió salvarlo. Cogió una pesada piedra y la envolvió entre paños y meciéndola como si fuera un niño se la entrego a su esposo Cronos. Era la hora de la cena y Cronos tenía mucha hambre, tomó el envoltorio de manos de Gea y en la penumbra de la noche se tragó la piedra y los paños.

Gea tomó a su hijo y huyó con él, protegida por las sombras de la noche. Llegó a la isla de Creta donde ya había pensado refugiarse, ya que sus habitantes sentían hacia ella una gran veneración.

Caminó hasta el centro de la isla y un espeso bosque se internó en una gruta profunda, sus paredes estaban cubiertas de fresca hiedra.

-- Querida hiedra—suplicó la diosa

-- Extiende tus ramas y oculta la entrada—la hiedra empezó a crecer hasta ocultar la entrada de la cueva.

Gea llamó después a las ninfas del bosque y les confió a su hijo – cuiden de él – les recomendó, besó la cabeza del niño y se marchó.

Las ninfas le prepararon una cuna de oro y acostaron al niño, después llamaron a Amaltea, que era una cabra blanca, para que lo amamantara. Las abejas destilaron una dulce miel para el recién nacido, las palomas le llevaron en su pico la ambrosía, el alimento de los inmortales y un águila de alas inmensas, era la portadora del néctar, la bebida de los dioses.

Una de las ninfas, le fabricó al niño una pelota de oro, que al lanzarla al aire brillaba. Cuando Zeus lloraba o gritaba, llamaban a los sacerdotes, los "coribantes", que danzaban a la entrada de la cueva golpeando sus espadas contra sus grandes escudos de cobre, este ruido hacía que Cronos no oyera los gritos del niño.

Así Zeus creció sano y fuerte, llegando a la edad adulta. Se hizo pasar por un sirviente y le administró a su padre Cronos un poderoso medicamento mezclándoselo en el vino, esto hizo que Cronos vomitara y así fue como los hermanos de Zeus salieron de nuevo al mundo, al igual que la piedra: Poseidón, Hades, Hestia, Hera y Démeter.

Se unieron los tres hermanos: Zeus, Poseidón y Hades contra su padre Cronos y los titanes. Zeus también llamó en su ayuda a los cíclopes, quienes tenían una fragua en el centro de la tierra, donde trabajaban los metales, custodiados por tres enormes gigantes. Si le ayudaban a derrotar a los titanes, al finalizar la guerra, los recompensarían librándolos de su prisión subterránea.

Aceptaron los cíclopes y los gigantes, se armaron y salieron a la superficie de la tierra. Los dos ejércitos enemigos lucharon furiosamente, mezclándose entre una tempestad de piedras, lanzas, flechas y saetas, saliendo vencedores los cíclopes.

Terminadas estas grandes guerras los tres hermanos se repartieron las diferentes regiones del Cosmos, a Hades le correspondió reinar en las entrañas de la tierra, dios de los funerales y la muerte. A Poseidón, le correspondió reinar sobre el mar y todas sus criaturas y a Zeus el dominio del cielo. Desterraron a los titanes y establecieron su morada en la cima del Monte Olimpo.

El Olimpo es la montaña más alta de Grecia y está situada entre Macedonia y Tesalia, coronada por nubes, donde existe la eterna primavera, el aire es siempre tibio y la luz brilla con toda su pureza.

El alimento de estos dioses era la ambrosía y la bebida era el néctar. Este alimento y bebida recreaban los sentidos, embalsamaban los aires, daban la juventud y la dicha y aseguraban la inmortalidad.

Desde su trono de marfil, Zeus gobernaba, cuando algún suceso lo contrariaba, el dios montaba en cólera y una gran cantidad de nubes invadia el cielo, ocultando la cima del Olimpo, lanzaba sobre la tierra descargas de lluvia, relámpagos y sonoros truenos.

Disminuida la ira del dios el viento se calmaba y aparecía la ninfa Iris, mensajera divina, colocando en la bóveda del cielo su banda de siete colores: el arcoiris, anunciando así el buen tiempo.

Zeus manifestaba de esta manera a los hombres, su poder supremo y sabían que debían temer la cólera y los castigos del dios. En el Olimpo, donde vivían los demás dioses, la vida era tranquila y plácida. Por las mañanas, la Aurora, abría las puertas del palacio y una hermosa luz se difundía por el cielo.

Los dioses se levantaban e iban a reunirse al salón del trono, encontraban una mesa ricamente preparada donde comían la ambrosía y bebían el néctar. Hebe, la diosa de la juventud, ofrecía la bebida a los dioses y todos los que la tocaban con sus labios no envejecían.

Zeus construyó aquí el palacio real, y formó el consejo de los dioses y desde entonces se llamaron dioses olímpicos que estaban conformados por seis hombres y seis mujeres: Zeus, es el rey, controla el trueno y los fenómenos atmosféricos; Poseidón, que tenía el dominio del mar y sus criaturas era hermano de Zeus; Arés, dios de la guerra; Apolo, dios del sol, la luz, la música y las curaciones; Hermes, el mensajero; Hefestos, dios del fuego, el forjador de los metales; Dioniso, dios extranjero del vino y el extasis; Hera, esposa de Zeus; Atenea, diosa de la sabiduría, hija de Zeus; Afrodita, diosa del amor y la belleza; Démeter, diosa de la agricultura; Artemisa, diosa de los bosques y la caza; Hestía, dios del hogar doméstico y el fuego sagrado.

En otro palacio alejado del de Zeus, habitaban los ministros del Destino, llamados las Moiras que eran tres: Cloto, Laquesis y Atropos. Este palacio era de bronce y en sus muros, estaba grabado el destino de los hombres y el camino de los astros. Cloto era la Moira más joven y sostenía la rueca en que se hilaban los destinos humanos, Laquesis, la segunda volteaba el huso y Atropos, cortaba el hilo de la existencia con unas tijeras de oro. Tejían con hebras de lana blanca, mezcladas con hilos dorados y negros y así hilaban la vida de los hombres: Los hilos blancos y dorados indicaban días de felicidad y los negros señalaban una vida breve y de dolor. Cuando la vida llegaba a su fin, la hebra se cortaba y alguien moría en la tierra.

Otro ministro del destino, aún más poderoso que las Moiras, es la Necesidad, diosa absoluta, a la que el mismo Zeus obedecía, esta diosa tiene un huso de diamante, una de sus puntas toca el suelo y la otra se pierde en el cielo. Los griegos la llamaron Ananké.

Un día Zeus, pensó que una esposa podría alegrar su vida en el gran palacio. Descendió a la tierra donde vivía una hermosa diosa llamada Hera, para enamorarla recurrió a su acostumbrado recurso de la metamorfosis, desató una tormenta y se convirtió en una especie de ave parecida a la tórtola refugiándose a los pies de Hera. Compadecida la diosa del pobre animal, lo recogió y lo puso en su pecho para darle calor, pero Zeus le pidió que fuera su esposa.

Se celebraron las solemnes bodas, asistiendo todos los dioses hombres y animales, Hermes sirvió de mensajero para citar a tan importante fiesta. Así la bella Hera se convirtió en la reina del Olimpo.

Zeus y Hera procrearon varios hijos, el ingenio de Zeus y el poder de este de cambiar su apariencia lograron poblar la tierra y el cielo de dioses y semi-dioses.